Argentina
a 11
años del
“corralito”
y las
Asambleas
Populares
Argentina desde mediados de los ‘80
agravo su crisis, comenzando un proceso de recesión, con una
inflación que fue en aumento, graves desequilibrios fiscales,
inestabilidad macroeconómica de corto plazo, un alto grado de
incertidumbre, un abultado endeudamiento externo y ocasionando que
el país quedara sin prácticamente reservas internacionales, todo
ello también genero un proceso de desocupación creciente.
Durante el período comprendido entre
los años 1997 y 2001, las Provincias Argentinas aumentaron
su stock de deuda en aproximadamente
$18.100 millones.
Las Provincias y los Municipios
recurrieron, paulatinamente, a la utilización de los recursos
provenientes de la Coparticipación Federal de Impuestos como
garantía de las operaciones de las mismas, ocasionando el creciente
endeudamiento. Estas políticas llevaron a que la falta de recursos
no afectara al pago de los servicios de la deuda, sino, en realidad,
al pago de salarios y otros gastos operativos de las mismas. De esta
forma, se genero un círculo vicioso, ya que para cubrir dichos
gastos, los Gobiernos Provinciales y Municipales debían obtener
financiamiento adicional que provenían de entidades bancarias y de
la emisión de títulos públicos. La mayoría de los prestamos
tomados fueron destinados a la financiación de deudas y, en menor
medida, al pago de deuda flotante de ejercicios anteriores y a
solventar gastos de funcionamiento, lo cual estuvo relacionado con la
aguda situación fiscal y los sucesivos déficits que existieron
durante estos años.
Para hacer frente a estos problemas, se
llevaron a cabo distintos planes con el objetivo de paliar la
profunda crisis, aunque no tuvieron éxito.
A partir de la década del ‘90, las
políticas en la Argentina apuntaron a la consolidación de programas
económicos de corte neoliberal, dirigidos, entre otras cosas, hacia
una reducción de las funciones del Estado.
Esta situación produjo un aumento en
la conflictividad social, las personas fueron cobrando conciencia de
la inminente bancarrota. El gobierno acabo decretando la prohibición
de retirar fondos bancarios mayores a U$250 semanales, esta medida
en vez solucionar las cosas genero pánico en la población
ocasionando el colapso en la cadena de pagos de las pequeñas y
medianas empresas. Al mismo tiempo, el FMI decidió no,liberar un
préstamo, ya concedido, de 2 mil millones de dolares y esta medida
arrastro al Banco Mundial a negar prestamos similares al país.
El 19 y 20 de diciembre de 2001, ,
miles de personas se volcaron a las calles de Buenos Aires y de las
principales ciudades del país bajo el lema “que se vayan todos”,
días antes habían sufrido el “corralito” . El estado se mostró
incapaz de controlar la situación, por ende el Presidente Fernando
De la Rúa, carente de todo apoyo social se vio obligado a renunciar
al día siguiente del comienzo de las movilizaciones. La indignación
ciudadana en 13 días tumbo a cinco presidentes a costa de 39
personas asesinadas por la Policía. El 2 de Enero Duhalde fue
elegido por la Asamblea Legislativa en medio del caos parlamentario
por las movilizaciones populares existentes, se llego a esa decisión
a través de un amplio consenso en el peronismo y la oposición, “el
caudillo peronista” Eduardo Duhalde logró estabilizar la situación
lo suficiente para llamar a elecciones, las elecciones estaban
programadas para el 27 de Octubre de 2003 pero tras la “masacre de
Avellaneda” finalmente se adelantaron al 27 de Abril.
En este contesto histórico-político
tras las jornadas del 19 y 20 de Diciembre vecinos de diferentes
barrios comenzaron a reunirse con regularidad y se comenzaron a
organizar bajo la denominación de Asambleas Populares o Asambleas
Barriales, en la Ciudad de Buenos Aires, Gran Buenos Aires, Santa Fe,
Córdoba y otras ciudades del país.
La
composición
social
de
las
mismas
se
podría
decir
que
se
caracterizo
por
un
alto
grado
de
heterogeneidad,
la
composición
heterogénea
hizo
de
esta
acción
colectiva
su
singularidad.
Formaban
parte
mujeres
y
varones
de
distintas
edades
y
trayectorias:
desde
personas
que
promediaban
los
setenta
años
hasta
adolescentes,
estudiantes
secundarios
y
universitarios,
desocupados,
ocupados,
jubilados,
comerciantes,
entre
otros.
Algunos
llevaban
años
de
activismo
político,
otros
tenían
pocas
experiencias
de
tipo
colectivo,
incluso
había
quienes
jamás
se
habían
interesado
en
política.
Varios
habían
intervenido
políticamente
durante
los
años
70
y,
en
ese
momento,
después
de
más
de
veinte
años,
volvían
a
involucrarse
en
este
tipo
de
actividades.
La
diversidad
de
trayectorias,
de
historias
políticas
y
personales
y
la
confluencia
de
saberes
brindaron
una
particular
dinámica
al
funcionamiento
de
las
asambleas.
En
ese
proceso,
los
asambleístas
recuperaron
conocimientos
previos,
resignificaron
prácticas
anteriores
y
crearon
nuevas
formas
de
relación
y
acción.
La
forma
de
organizarse
las
mismas
era
similar
a
las
actuales
Asambleas
Populares
de
Pueblos
y
Barrios
de
Madrid,
se
trabajaba
desde
la
horizontalidad,
existían
comisiones
especificas
para
problemas
concretos,
evolucionándose
de
la
votación
hacia
los
acuerdos
por
consenso,
la
representación
de
la
asamblea
se
realizaba
de
forma
rotatoria
y
nunca
por
delegación
de
la
misma.
En 2002 un estudio realizado por
Eduardo Ovalles del Centro de Estudios Nueva Mayoría, sostenía que
el fenómeno de los cacerolazos iniciado a fines de diciembre, se
había transformado en una estructura de movilización social
permanente, integrada por 272 asambleas barriales que se reunían
regularmente.
De acuerdo al estudio, el 41% de las
asambleas barriales permanentes (112) estaban en la Capital Federal,
distrito que con sólo uno de cada 10 habitantes del país, tenia 4
de cada 10 asambleas. Se trataba de un fenómeno de protesta y
participación social, que se inicio fundamentalmente entre los
porteños, pero que entre enero y febrero se fue extendiendo al resto
del país.
Es así como en la Provincia de Buenos
Aires estaban funcionando el 39% del total de las asambleas barriales
permanentes del país (105) -casi tantas como en la Capital- en Santa
Fe el 14% (37), Córdoba el 4% (11), en Entre Ríos y Río Negro el
1% (2 en cada caso) y en Neuquén, La Pampa y San Juan una en cada
distrito.
En el resto de las provincias -que en
general tenían un ingreso per cápita mucho menor y porcentajes
mucho más bajos de sectores medios-, no se habían organizado este
tipo de asambleas.
Sería
erróneo suponer que las asambleas barriales surgieron como
consecuencia directa y unívoca de los acontecimientos sucedidos el
19 y 20 de diciembre. En Argentina existieron procesos previos en su
historia a lo que fueron las asambleas populares. A finales del
siglo XIX se dio un fenómeno histórico llamado “fomentismo”,
constituido mayoritariamente por Juntas Vecinales y Consejos
Comunitarios del Gran Buenos Aires el cual cobro relevancia y
adquirió mayor arraigo social a partir del proceso de
industrialización iniciado en 1930. Sin embargo el antecedente más
próximo de prácticas asamblearias, dejando de lado las experiencias
que anteriormente enunciamos, lo constituyeron el Movimiento de
Trabajadores Desocupados (los llamados piqueteros) grupos
trabajadores que en diversos barrios comenzaron a organizarse desde
fines de 1996.
Desde diciembre de 2001, las asambleas
en una primera fase, en sus primeros meses, tuvieron
principalmente un
carácter
deliberativo y
contestatario, la
lucha se
centraba en
el reclamo
de planes
de empleo
ante la
desocupación, se
exigían
subsidios dignos para los desocupados, más alimentos para
los comedores populares, solidaridad con las fábricas recuperadas
para los trabajadores, hechos imprescindible para masificar, pero que
a la vez absorbía grandes energías al vecindario, diluyendo la
perspectiva de lucha más general.. Las situaciones evolucionaron, y
tras seis meses de la rebelión del 19 y 20 de diciembre las empresas
recuperadas resistían , las calles y las plazas se continuaban
llenando de asambleas, las rutas y los puentes eran de los
piqueteros. Para el estado no era suficiente con hacer crecer sobre
los movimientos y organizaciones sociales las amenazas, secuestros,
simulacros de fusilamiento, ,incluso asesinaron a personas (Javier
Barrionuevo en Esteban Echeverría el 6 de febrero y unos meses
después hirieron de bala a Juan Arredondo en Lanús), intentando
generar miedo en la población, el gobierno de Eduardo Duhalde,
necesitaba desencadenar una ofensiva represiva mayor sobre el pueblo
para frenar las revueltas crecientes y en este contesto se produjo la
“masacre de avellaneda”, desatada el 26 de junio de 2002 con
balas de goma y balas de plomo por un operativo conjunto entre la
Policía Federal, la Policía de la provincia de Buenos Aires, la
Gendarmería Nacional Argentina y la Prefectura Naval con el
resultado de dos piqueteros muertos por disparos de la policía y 34
personas heridas de bala.
La variedad y masividad de estas luchas
llevó a un importante sector de la población y a sectores de la
Izquierda a opinar que la Argentina estaba entrando en una situación
revolucionaria.
Hasta la victoria de Néstor Kirchner
en Abril de 2003 el movimiento de Asambleas veía aumentar su fuerza,
aunque las
organizaciones
de
la
izquierda
tradicional,
en
general,
interpretaron
el
fenómeno
como
un
nuevo
espacio
para
captar
militantes.
Muchas
veces
la
asamblea
fue
el
espacio
en
la
cual
diversas
organizaciones
disputaban
sus
espacios
de
poder,
contribuyendo,
de
esa
manera,
a
su
disolución
incluso
antes
de
la
llegada
de
Kirchner
al
poder.
En
determinados
casos,
la
militancia
se
encontraban
en
la
disyuntiva
entre
reproducir
la
línea
de
su
partido
o
acomodarse
a
la
laxitud
de
su
asamblea.
Ello
se
expresó
cuando
asumían
ciertas
posiciones
políticas
y
usos
de
metodologías
que
no
siempre
coincidían
con
el
perfil
de
sus
sedes
matrices.
Es
posible
que
quienes
se
autoreivindicaban
asambleístas
se
hubieran
contaminado
de
ese
clima
polifónico
y
eligieron
coexistir
con
ambas
adscripciones
a
la
vez.
Cierto es que no se elaboró en aquel
entonces una alternativa popular que expresara una fuerza social y
política capaz de ofrecer una respuesta a la crisis de
representatividad de la partitocracia dominante. Sobre esa crisis y
ese vacío se montó Néstor Kirchner para ofrecer una propuesta
política que, tomando algunas banderas del reclamo popular, fuera
trayendo “apaciguamiento” de la conflictividad, satisfaciendo así
las necesidades de estabilidad que reclamaba, sobre todo, el poder
económico dominante.
La más favorable situación económica
después del mazazo de la devaluación fue descomprimiendo los
índices alarmantes de desocupación. Sobre eso, y sobre la imagen de
“cambio” que el kirchnerismo supo imponer a partir de la
modificación de la Corte Suprema y los gestos en materia de Derechos
Humanos respecto a las causas por represión en los 70, hizo que los
movimientos sociales perdieran terreno para sus luchas. La realidad
económica de los excluidos no había cambiado estructuralmente (el
desplazamiento se produjo, a lo largo de toda la década, de la
exclusión se paso a la precarización). Aún así, es cierto que
muchxs trabajadorxs recuperaban sus “changas”, o se empleaban,
sin estabilidad, en trabajos mal remunerados. Esto alcanzaba para
disminuir la presión que pudieran hacer las organizaciones sociales
y de izquierdas. Más temprano o más tarde, las expresiones
radicalizadas de los nuevos movimientos sociales debieron asumir el
“repliegue” de las formas más audaces de lucha, y repensar
estrategias para el desarrollo de sus organizaciones.
La
embestida
intimidatoria
hacia
algunas
asambleas
perduraba
y
se
manifestaba
en
amenazas
de
desalojo
de
espacios
liberados
y
agresiones
diversas,
además,
el
gobierno
de
la
ciudad
de
Buenos
Aires
intento
“implicar”
a
algunas
asambleas
en
sus
proyectos,
estas
“interferencias
institucionales”
posibilitaron
divisiones
y
un
debilitamiento
de
sus
fuerzas
aumentando
el
numero
de
las
que
fueron
desapareciendo.
En este periodo se produjeron dinámicas
muy similares a las que se dieron en el Estado Español, en una
primera fase cuando la izquierda llego a los Ayuntamientos en Abril
de 1979 y en una segunda fase en Octubre de 1982 con el triunfo
electoral del PSOE. En estos periodos de tiempo, activistas y
militantes de movimientos sociales, asociaciones de vecinos,
sindicatos, etc, pasaron de la lucha popular a convertirse en cargos
técnicos y políticos en las administraciones municipales y del
estado. La situaciones de conflictividad decrecieron y la lucha que
se había producido por una ruptura con el régimen fascista
anterior, prácticamente desapareció. Sin embargo hoy en 2012, se
puede constatar que aquel “cambio político” no produjo cambios
en las estructuras del estado ni a nivel militar, ni judicial y las
reformas que se llevaron a cabo no significaron un avance en el
sistema hacia una democracia mas directa, participativa y cercana a
las personas. El gobierno del PSOE y las coaliciones PCE
(posteriormente IU), PSOE, PSP, ERC, etc...en ayuntamientos, fueron
la mejor herramienta por parte del Estado para impedir cambios en las
estructuras del mismo. En
este
periodo
y
posteriormente.
Lo
material
comando
lo
humano,
el
objeto
domino
al
sujeto,
se
perpetuo
la
dominación.
El
Poder
no
oferto
más
libertad
que
la
de
elegir
entre
múltiples
opciones
que
perpetuaban
el
poder
de
lo
competitivo,
de
los
mercados
(neoliberalismo),
un
poder
de
pugna
y
dominación.
No
se
supo
construir,
(puede
que
se
nos
dejara
esta
tarea
a
quienes
luchamos,
sinceramente,
por
un
cambio
de
sistema
en
2012),
un
camino
con
poder
cooperativo,
poder
para
hacer
y
crecer
concertadamente,
con
capacidad
de
producir
cambios”
mediante
“un
mutuo
aumento
– no
disminución
– del
poder
de
otros,
donde
el
empoderamiento
se
diluyera
tras
la
capacidad
transformativa
y
la
capacidad
para
lograr
resultados
a
partir
de
toda
la
comunidad,
pero
esto
no
es
suficiente,
la
redefinicion
de
poder
conlleva,
su
distribución,
la
construcción
de
la
unidad
en
la
diversidad
a
partir
de
principios
compartidos
entre
iguales
fomentando
una
ética
de
servicio
mutuo
y
reciprocidad,
promoviendo
un
uso
legitimo
del
poder
en
beneficio
de
todxs.
En
Argentina
puede
que
si
hubieran
analizado
este
periodo
histórico de
España
habrian
constatado
que
en
realidad,
solamente
hay
un
camino
(Unidad,
Lucha,
Revolución)
y
que
la
manera
de
andarlo
(Asambleas,
Movimientos
Sociales,
Sindicatos,
Partidos)
no
es
lo
importante
sino
por
dónde
(proyectos
comunes,
acciones
unitarias,
objetivos
compartidos,
actitudes
no
apologistas,
acuerdos
globales)
y,
por
lo
tanto,
hacia
dónde
se
anda
(Revolución
y
Cambio
Social).
A
partir de
2003, la
trayectoria de
las Asambleas
vario en
algunos casos,
pues se
comenzaron a
ocupar fincas
abandonadas, con
el objeto
de recuperarlas
para su
uso público,
donde se
crearon comedores
y ollas
populares, se
organizaron clubes de trueque,,
compras comunitarias, huertas comunitarias y hasta incluso pequeños
molinos harineros, se generaron también proyectos de economía
social, además de otras experiencias.
Se constituyo una Asamblea
Interbarrial, se considero que se estaba gestando
un emergente de coordinación entre las distintas asambleas
que venían funcionando desde el mes de diciembre en Capital Federal
y otras áreas, sin embargo poco a poco su rol se fue desvirtuando y
se paso de la construcción de un espacio para discutir los objetivos
comunes.,a un espacio para la resolución de los conflictos y
mezquindades de los partidos políticos y organizaciones de izquierda
más sectarias.
Durante el proceso de división otro
ámbito de articulación asamblearia fue el llamado Espacio
de Colombres cuyo
nombre
alude
al
Centro
Cultural
creado
por
ex
empleados
del
Banco
Mayo,
y
que
fue
utilizado
por
numerosas
organizaciones
sociales
y
políticas
para
la
realización
de
reuniones
y
encuentros
en
común
En este caso, su surgimiento se vinculo con algunos
partidos -el Partido Obrero, el Movimiento Socialista de los
Trabajadores y el Partido Comunista- que explicitaron al interior de
las asambleas barriales la necesidad de configurar una instancia en
la cual confluyan movimientos de tipo social con organizaciones
“estrictamente políticas”.
Pero no se puede culpabilizar de la
división asamblearia exclusivamente a los partidos, también tienen
culpa quienes desde posiciones “autonomistas” plantearon lineas
políticas concretas alejadas de la búsqueda de confluencias en la
construcción de lo común. Por ejemplo las llamadas “Asambleas
Autonomistas”
en
una
de
sus
reuniones
nacionales
planteaban;
1.
La
unidad
asamblearia
desde
la
autonomía
y
la
diversidad;
2.
La
construcción
de
una
Red
Nacional
de
Asambleas;
(“propias”)
y
3-La
construcción
de
una
“herramienta
política
nueva,
útil
para
promover
el
cambio”.
Autonomía
y
Autonomismo
difieren
en
que
el
primer
termino
por
si
mismo
no
tiene
ningún
componente
ideológico
concreto
ni
lo
pretende
y
el
segundo
si,
por
ello
cuando
se
hablaba
de
“unidad
asamblearia
desde
la
autonomía”
la
realidad
era
que
se
planteaba
una
apología
del
autonomismo,
que
distaba
mucho
de
un
proceso
de
construcción
desde
la
diversidad,
cuando
se
hablaba
de
“herramientas
nuevas
para
el
cambio”,
se
estaba
planteando
una
linea
ideológica
concreta
de
pensamiento
y
acción
muy
alejada
por
desgracia
de
la
búsqueda
de
procesos
unitarios
y
cuando
se
hacia
mención
la
construcción
de
una
“herramienta
política
nueva,
útil
para
promover
el
cambio”,
se
prentendia
la
construcción
de
herramientas
desde
el
autonomismo
y
no
desde
la
unidad
de
la
izquierda
y
los
movimientos
sociales.
Difícilmente
se
pueden
construir
procesos
revolucionarios
desde
la
división
y
la
incapacidad
para
encontrar
puntos
de
acuerdo,
cuando
se
pretende
potenciar
lo
propio
en
vez
de
lo
común.
Aunque
cueste
creerlo,
el
motivo
fundamental
por
el
que
la
economía
argentina
no
colapsó
aún
más
profundamente,
ni
cayó
en
la
vorágine
de
la
hiperinflación
(como
predijo
el
FMI),
sino
que
comenzó
una
temprana
recuperación,
fue
por
la
movilización
popular.
Fue
la
movilización
popular
la
que
posibilito
más
margen
de
maniobra
a
Lavagna
en
sus
negociaciones
para
dejar
de
pagar
la
deuda
externa,
al
menos
por
un
tiempo,
al
trasladarles
el
temor
de
que
se
podía
trastocar
el
orden
social
en
toda
la
región.
Fue
la
movilización
la
que
evito
mayores
vaciamientos
de
empresas
mediante
el
apoyo
a
la
lucha
sindical
(caso
Aerolíneas
Argentinas)
o
mediante
la
amenaza
de
la
toma
de
fábricas
y
su
puesta
en
funcionamiento
bajo
control
obrero.
Fue
la
presión
social
la
que
logró
evitar
que
la
economía
argentina
cayera
más
profundamente.
Como
reconoció
Lavagna
frente
a
los
empresarios;
La
"situación
social"
es
el
"telón
de
fondo"
de
todas
sus
políticas
económicas:
"La
estabilidad
social,
la
estabilidad
política
y
en
consecuencia
la
estabilidad
económica
están
íntimamente
ligadas
a
que
podamos
seguir
con
la
política
de
contención,
primero,
y
de
mejoramiento
de
la
situación
social
después.
El
que
crea
que
se
puede
llevar
adelante
un
plan
económico
sin
mirar
lo
social
se
equivoca"
(Clarín,
15/5/03).
En
suma,
fueron
las
luchas
populares
también
las
que
impidieron
la
hecatombe
del
sistema,
por
sus
malas
políticas
De
estas
verdades
también
hemos
de
aprender.
A las utopías hay que darles
contenidos, son los momentos de los proyectos, se tienen que poner
en
juego
la
reflexión,
el
estudio,
las
organizaciones,
las
creaciones,
en
una
palabra
los
instrumentos
mediante
los
cuales
se
vayan
realizando
los
anhelos,
deseos,
objetivos,
reclamadas
por
las
personas
en
su
malestar..
En
el
articulo
se
ha
hablado
del
MTD
(Movimiento
de
Trabajadores
Desempleados)
en
los
procesos
previos
al
nacimiento
de
las
Asambleas
Populares.
El
MTD
se
ha
definido
como
una
organización
“popular,
de
hombres
y
mujeres”
,
trabajadores
y
desocupados,
que
han
formado
un
“movimiento”
(y
no
un
partido
o
un
sindicato)
para
empezar
a
“resolver
entre
todos
los
problemas
de
todxs”
.
Esta
organización
se
plantea
autónoma
“de
los
partidos
políticos,
los
sindicatos
y
la
Iglesia”
,
pero
tiene
como
criterio
básico
la
coordinación
con
los
otros
sectores
del
campo
popular
En
el
MTD,
el
diseño,
ejecución
y
evaluación
de
las
actividades
del
movimiento
no
corren
por
cuenta
de
una
estructura
de
“militantes
políticos”
de
alguna
organización
que
vengan
a
ayudar,
organizar
o
dirigir
a
los
vecinos
hacia
la
Revolución,
sino
por
cuenta
de
los
mismos
vecinos
del
barrio,
que
comparten
problemáticas,
sueños
y
una
identidad
local.
De
este
modo,
las
transformaciones
operadas
en
y
por
la
organización,
se
traducen
en
cambios
experimentados
por
los
vecinos
y
por
la
propia
comunidad.
El
MTD
define
el
poder
popular
a
partir
de
un
conjunto
de
criterios
que
comprenden:
la
construcción
territorial”
(es
decir,
la
organización
se
asienta
en
el
territorio,
en
el
barrio,
“crece
y
se
desarrolla
con
un
sentido
de
‘masas’”),
“en
base
a
esto
se
estructura
un
movimiento
que
asentado
en
los
barrios,
busca
mejorar
las
‘condiciones
de
vida’,
buscando
responder
por
las
distintas
reivindicaciones
(salud,
educación,
vivienda,
servicios,
problemas
de
la
mujer,
de
los
jóvenes,
de
los
niños),
ya
sea
generando
iniciativas
propias,
o
luchando
por
la
exigencia
del
cumplimiento
por
parte
del
Estado”;
generando“la
articulación
con
otros
sectores
sociales,
desde
un
movimiento
con
una
reivindicación,
se
plantean
objetivos
y
reivindicaciones
que
incorporan
a
todos
los
sectores
populares”;
Es
a
partir
de
la
observación
critica,
analizando
el
modo
en
que
algunos
movimientos
han
intentado
desarrollar
formas
de
acción
fomentando
conceptos
como
el
de
dignidad,
poniendo
fin
a
la
división
existente
entre
el
mundo
de
la
política
y
el
de
la
economía,
perfeccionando
nuevas
formas
organizativas,
con
una
visión
constructivista
de
la
realidad,
planteando
una
lógica
distinta,
una
temporalidad
distinta
de
la
del
capital
y
el
estado,
como
podremos
aprender
y
comprender,
evitando
bucles
en
los
procesos
presentes
y
futuros..
Para
la
propia
revolución,
es
fundamental
proponer
e
insistir
en
una
forma
distinta
de
concebir
el
mundo,
así
como
en
una
forma
distinta
de
concebir
las
relaciones
entre
individuos.
Al
contrario
de
lo
que
ocurría
con
el
concepto
tradicional
de
la
revolución,
basado
mucho
más
en
una
metáfora
militar,
en
la
idea
de
que
existía
un
conflicto
entre
dos
ejércitos,
donde
para
poder
derrotar
al
enemigo,
se
debían
básicamente
aceptar
los
métodos
del
enemigo.
Únicamente
un
ejército
para
derrotar
al
otro,
cuya
organización
fuera
exactamente
la
misma
que
la
del
primero.
Una
mas
entre
las
luchas,
entre
las
formas
de
sublevarse,
entre
las
formas
de
revelarse
puede
consistir
en
el
desarrollo
de
un
lenguaje
que
exprese
acciones
y
que
el
estado
simplemente
no
pueda
entender,
generando
una
asimetría,
una
ruptura
entre
la
lógica
de
la
dominación,
por
una
parte,
y
la
lógica
de
la
sublevación
,
por
otra.
Esas
acciones,
esa
lógica
de
la
sublevación,
no
llegara
a
ningún
fin,
si
no
es
capaz
a
su
vez
de
llenar
de
contenido,
lo
que
es
una
exigencia
a
voces,
la
unidad
popular,
“el
pueblo
unido
jamas
sera
vencido”,
sin
el
logro
de
este
objetivo,
estaremos
en
un
barco
a
la
deriva,
donde
desde
la
apología
se
culpabilizara
a
los
otros
de
los
fracasos
propios.
Grito
mudo
#12M
Sol (12 de Mayo de 2012)
Jose
Luis
L.